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viernes, 11 de abril de 2014
El líder tiene la última palabra
Existen muchas publicaciones de cómo debe
hablar o expresarse un líder, sin embargo yo quiero aprovechar este
espacio para decirles a ustedes jefes algo que mucha gente ha querido
expresarles pero que no se atreven: “Cállate y escucha”.
Nadie duda en una organización que se va a hacer lo que los dirigentes digamos, o como se dice en mi pueblo que “tenemos la última palabra”.
Es una frase que nuestros subordinados la toman con resignación y a veces hasta con enfado, el problema es que los líderes hemos interpretado mal esta frase y ahora quiero dignificarla.
El problema es que muchos pensamos que la cita no solo se refiere a la última palabra, sino también a la primera y a las de enmedio, dicho de otra forma que solo nosotros debemos hablar y que los demás nos escuchen. Esto desincentiva a la gente en lugar de motivarlos pues manda una señal de que lo que ellos opinen no es importante ni interesante.
Pues bien, estoy totalmente de acuerdo a que los patrones debemos tener la última palabra, sobre todo cuando estamos frente a un problema o una crisis. Esto significa que debemos dejar hablar a nuestra gente antes de dar nuestra opinión de cómo solucionar algo.
Me contradigo un poco, sí debemos hablar pero solo para fomentar la participación de nuestra gente. La cual puede costar trabajo si están acostumbrados a esperar órdenes de qué hacer. Mi consejo es que empecemos con levantar la mano cuando queramos hablar, sólo para que sepan que vamos a intervenir, pero nunca arrebatemos la palabra y procuremos dejar que todos terminen de dar su punto de vista. Eso da la señal de que les respetamos y queremos escucharles.
¿En qué beneficia esto a nuestro negocio? En que tendremos un gran número de ideas frescas que provienen de la gente que así como nosotros conocen a la empresa, además de que les fortalece su sentido de pertenencia. Entonces, poseeremos muchas alternativas de solución, incluso algunas de ellas de fácil implementación y baratas. Y junto con eso, incrementaremos la fidelidad de gente talentosa, además de que nos servirá para detectarla, ¿Qué más podemos pedir?
OJO, esto no significa que ya no tomaremos las desiciones. No nos podemos deslindar de la responsabilidad de que estamos liderando un grupo de personas y que nosotros seguimos teniendo la última palabra para tomar decisiones, solo que ahora lo haremos con más información y con el respaldo de nuestro equipo.
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Nadie duda en una organización que se va a hacer lo que los dirigentes digamos, o como se dice en mi pueblo que “tenemos la última palabra”.
Es una frase que nuestros subordinados la toman con resignación y a veces hasta con enfado, el problema es que los líderes hemos interpretado mal esta frase y ahora quiero dignificarla.
El problema es que muchos pensamos que la cita no solo se refiere a la última palabra, sino también a la primera y a las de enmedio, dicho de otra forma que solo nosotros debemos hablar y que los demás nos escuchen. Esto desincentiva a la gente en lugar de motivarlos pues manda una señal de que lo que ellos opinen no es importante ni interesante.
Pues bien, estoy totalmente de acuerdo a que los patrones debemos tener la última palabra, sobre todo cuando estamos frente a un problema o una crisis. Esto significa que debemos dejar hablar a nuestra gente antes de dar nuestra opinión de cómo solucionar algo.
Me contradigo un poco, sí debemos hablar pero solo para fomentar la participación de nuestra gente. La cual puede costar trabajo si están acostumbrados a esperar órdenes de qué hacer. Mi consejo es que empecemos con levantar la mano cuando queramos hablar, sólo para que sepan que vamos a intervenir, pero nunca arrebatemos la palabra y procuremos dejar que todos terminen de dar su punto de vista. Eso da la señal de que les respetamos y queremos escucharles.
¿En qué beneficia esto a nuestro negocio? En que tendremos un gran número de ideas frescas que provienen de la gente que así como nosotros conocen a la empresa, además de que les fortalece su sentido de pertenencia. Entonces, poseeremos muchas alternativas de solución, incluso algunas de ellas de fácil implementación y baratas. Y junto con eso, incrementaremos la fidelidad de gente talentosa, además de que nos servirá para detectarla, ¿Qué más podemos pedir?
OJO, esto no significa que ya no tomaremos las desiciones. No nos podemos deslindar de la responsabilidad de que estamos liderando un grupo de personas y que nosotros seguimos teniendo la última palabra para tomar decisiones, solo que ahora lo haremos con más información y con el respaldo de nuestro equipo.
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viernes, 4 de abril de 2014
La respuesta es fácil ¡Sólo Mejora!
Te preguntarás, cómo puedes entrar en una
dinámica para hacer mejoras constantes en tu empresa.
La respuesta es bien fácil sólo sigue los siguientes pasos:
El paso 1 es que cambies tu chip (y el de la gente que te apoya) de “lo estoy haciendo bien” a “sé que lo puedo mejorar”, facilísimo ¿no? Claro, sólo requiere de disciplina, es decir, repetición constante hasta que lo programes en todos los cerebros, es más, debes incluirlo en sus objetivos y responsabilidades.
Lo bueno de ello es que una vez que lo logras y se sume un nuevo integrante, la misma gente lo alinea hacia esa cultura en cuestión de unos pocos días.
Paso 2: ¡Solo actúa! y que sea para progresar… Dirás, este tipo es un “genio”, me dijo que para mejorar debo hacerlo ¡Elemental Watson! El 80% de estas iniciativas se quedan en proyectos porque no se les asigna la prioridad, los recursos y/o el seguimiento. En pocas palabras, porque NUNCA empiezan.
Algunas veces se quedan en la etapa de planeación porque la gente hace tanto análisis que provoca parálisis, es decir que buscan tener todos los elementos posibles para estar seguros que lo que van a hacer sí les ayudará a alcanzar sus objetivos.
En otras tantas perecen porque la solución es costosa y lenta, tanto que los directivos y dueños pensamos que cuando se implemente será demasiado tarde.
Siempre he pensado que hay cosas en la vida, como las acciones de mejora, que son como aventarte por primera vez del trampolín de 10 metros, no lo pienses ni veas hacia abajo, solo acércate a la orilla y cuando llegues da ese último paso, ya en el aire sólo tendrás chance de escoger la mejor posición para llegar al agua.
Paso 3: Verifica inmediatamente si lo lograste y si no es así… repite el paso 1, 2 y 3 hasta hacerlo (por eso se le llama Mejora Continua).
Créeme que también puedes alcanzar el gran resultado con pequeñas mejoras constantes, de hecho es la forma más barata y práctica de hacerlo.
Casi siempre estamos en busca de la solución “más mejor” (aquí sí aplica pues no nos basta que sea buena, queremos que sea la madre de las soluciones, una panacea) y esas normalmente cuestan mini fortunas (con el riesgo de que en ocasiones no se lleven a cabo al 100%, me han constado, perdón… contado)
Como dueño de una empresa te puedo asegurar que más vale un millón de mejoras que una que valga un millón.
Así que adelante ¡Sólo Mejora!
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El paso 1 es que cambies tu chip (y el de la gente que te apoya) de “lo estoy haciendo bien” a “sé que lo puedo mejorar”, facilísimo ¿no? Claro, sólo requiere de disciplina, es decir, repetición constante hasta que lo programes en todos los cerebros, es más, debes incluirlo en sus objetivos y responsabilidades.
Lo bueno de ello es que una vez que lo logras y se sume un nuevo integrante, la misma gente lo alinea hacia esa cultura en cuestión de unos pocos días.
Paso 2: ¡Solo actúa! y que sea para progresar… Dirás, este tipo es un “genio”, me dijo que para mejorar debo hacerlo ¡Elemental Watson! El 80% de estas iniciativas se quedan en proyectos porque no se les asigna la prioridad, los recursos y/o el seguimiento. En pocas palabras, porque NUNCA empiezan.
Algunas veces se quedan en la etapa de planeación porque la gente hace tanto análisis que provoca parálisis, es decir que buscan tener todos los elementos posibles para estar seguros que lo que van a hacer sí les ayudará a alcanzar sus objetivos.
En otras tantas perecen porque la solución es costosa y lenta, tanto que los directivos y dueños pensamos que cuando se implemente será demasiado tarde.
Siempre he pensado que hay cosas en la vida, como las acciones de mejora, que son como aventarte por primera vez del trampolín de 10 metros, no lo pienses ni veas hacia abajo, solo acércate a la orilla y cuando llegues da ese último paso, ya en el aire sólo tendrás chance de escoger la mejor posición para llegar al agua.
Paso 3: Verifica inmediatamente si lo lograste y si no es así… repite el paso 1, 2 y 3 hasta hacerlo (por eso se le llama Mejora Continua).
Créeme que también puedes alcanzar el gran resultado con pequeñas mejoras constantes, de hecho es la forma más barata y práctica de hacerlo.
Casi siempre estamos en busca de la solución “más mejor” (aquí sí aplica pues no nos basta que sea buena, queremos que sea la madre de las soluciones, una panacea) y esas normalmente cuestan mini fortunas (con el riesgo de que en ocasiones no se lleven a cabo al 100%, me han constado, perdón… contado)
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